Aysén debe proyectar y cuidar su denominación de origen
Por Andrés Gillmore
Aysén con el pasar de los años ha marcado una tendencia de gran relevancia en todo sentido y es innegable que marcó un hito innegable como región. El futuro por el cual mi generación luchó por un par de décadas con tanto ahínco, se transformó en realidad. El desafío en la actualidad no es dar a conocer la región y su maravillosa belleza escénica y ambiental. De aquí hacia lo que se viene, la región debe tener la capacidad de no perder la esencia de lo que hizo que se transformara en una alternativa de desarrollo y debe preservarse de lo que significara el acoso de diferentes intereses creados que dado el cambio de escenario, verán en su territorialidad una oportunidad para desarrollar intereses que no se ajustan con sus ventajas comparativas y con los intereses de sus comunidades.
Considerando todo lo que eso significa para la proyección del desarrollo regional, más que nunca se necesita proyectar y consolidar la magnífica denominación de origen que posee la región y tener la capacidad de planificar y proyectar con esa base de sustentación, para cuidar los productos y los servicios prestados en el territorio, ejerciendo controles que identifiquen su denominación de origen y que estos se proyecten en la forma en cómo se administra el territorio a nivel municipal, gobernación y gobierno regional, con un plan territorial que identifique y proteja la denominación de origen y cuide de manera profesional las diferenciaciones territoriales entre norte, centro, sur y extremo sur. El plus de Aysén, esta en esa denominación y bajo esas diferenciaciones debe cuidarse su cultura y su forma de hacer, resaltando las diferencias culturales, climáticas, ambientales, geográficas y sociales que caracterizan la cultura aysenina.
Aysén es única en muchos sentidos, marca diferencia con el resto de las regiones de Chile y se ha transformado en un territorio reconocido como excepcional a nivel planetario por su calidad escénica y ambiental. Su diversidad, su territorialidad y su excepcional diferenciación cultural, aliado a su sello verde, predispone que todo lo que se produzca dentro de esta territorialidad, debe estar orientado en su denominación de origen.
Esto no quiere decir que Aysén deba cerrarse a proyectos de desarrollo como muchos piensan, pretenden y que muchos en la actualidad litigan para justificar proyectos de dudosas garantías y que otros piensen, que debe ser una región artesanal y cerrada a los proyectos de desarrollo. Tener y cuidar esa tan especial denominación de origen, no significa otra cosa que Aysén debe proyectarse al futuro con armonía ambiental, social, cultural, sentido común y sustento social, estableciendo que los diferentes proyectos que pretenden desarrollarse en la región no importando que produzcan, donde esten ubicados, o sus especiales característica y sus esplendorosos objetivos, deban trabajar con respeto hacia las comunidades, el medioambiente y sin despreciar la calidad escénica del territorio que pretenden intervenir. Si se producen salmones, que sean limpios, que los procesos productivos no contaminen, que entreguen buenas condiciones de trabajo y paguen sueldos justos a los trabajadores, diferenciándose en el mercado nacional e internacional con denominación de origen, aplicable a la industria minera, forestal, turismo, ganadería y desarrollo agrícola y frutícola.
El horizonte arriba mencionado debe estar en toda la perspectiva regional de hacer, producir y prestar, unificado bajo un Plan Maestro de Desarrollo de Denominación de Origen. Es indudable que el futuro de Aysén si tomara en cuenta su tan especial característica sería excepcional y la región obtendría una mejora sustancial en la calidad y en la proyección de vida de sus comunidades y mucha inversión de calidad llegaría a la región, al encontrar en este territorio la certeza de garantías de un futuro sustentable y responsable, con denominación de origen y transparencia, sin especulación negativa, donde se preservara este fundamento, con proyectos ecológicos, sustentables y con valor social.
Recuerdo muy bien como en la década de los ochenta, el queso Mañihuales producido por la planta que administraba el gran empresario de esos años, Enrique Castillo, marcó una diferencia notable con la denominación de origen de su producto y fue reconocido como un queso de muy buena calidad a nivel nacional y por mucho tiempo la región se dio a conocer por la marca Mañihuales y fue la única referencia que en esos años tenia el resto de Chile de Aysén.
La región ha cambiado mucho en los últimos 7 años y se ha transformado en un territorio reconocido y valorado. El gobierno regional entendiendo la perspectiva tan propia de la región, ha invertido sumas considerables en conectividad y es innegable la pavimentación de varios tramos internos de la región y la construcción de nuevas rutas rurales y lo que esta significando el intermodal para el desarrollo regional, que esta uniendo vía Caleta Tortel con Magallanes.

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